viernes, 27 de octubre de 2017

La rosa aventurera



Érase una vez, una flor blanca. Se trataba de una rosa de pequeños pétalos inmaculados, toda ella blanca perlada, casi era un capullo porque todavía no se había abierto del todo. Y esta rosa, había nacido en un cuento, un maravilloso cuento en el que habitaban brujas y príncipes. Pero la rosa, que siempre había estado en el cabello de la pequeña Cenicienta, quería algo más, porque el mundo no podía limitarse sólo a ver cómo ésta hacía las labores del hogar, o iba a fiestas.


El mundo escondido


¡Las vacaciones han llegado! Por fin, ya no toca estudiar, además Rodrigo había aprobado todo y por fin tocaba pasar las dos semanas en La Parra con los abuelos. Sus padres no podían acompañarle, porque trabajaban, le recogerían al fin de esas dos semanas y así podrían ir todos jutos a la playa. 


Plim y Flo

Un buen día nuestro amigo Plim estaba tocando la flauta, algo nada raro. Os recuerdo, era un duende de orejas puntiagudas, con largo pelo naranja, aunque su coronilla estaba totalmente lisa y reluciente como una bola de billar. Vestía un traje verde con chaleco, era tal y como imagináis, un duende del bosque.

Plim y la oruga triste

Érase una vez un pueblo muy bonito al que los vecinos llamaban La Parra. En este pueblo veraneaban unos hermanos, Paula y Álvaro, que tenían 10 y 7 años respectivamente.

Ramón el caballo valiente

Érase una vez un caballo muy bonito, todo él castaño. De raza era un caballo andaluz, que son ejemplares bellos y dóciles, muy nobles; de aspecto musculado, con gran movilidad en las orejas y ojos vivos, que dota a los equinos de esta raza de gran expresividad.